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Pocas cosas tienen tanta importancia como creemos

jueves, 22 de noviembre de 2012

LACAYOS Y LAMECULOS

Nunca me he tenido por un valiente.
Pero tampoco soy un lameculos.
Me he topado con muchos lameculos en mi vida y estoy seguro de que vosotros también. Incluso, por pura estadística, más de un lameculos estará leyendo esto pero no se sentirá mal porque casi nunca reconocen que lo son. ¿Os imagináis que alguien os dijera en serio: "hola, me llamo Manuel y soy un gilipollas"? Tampoco es fácil encontrar a nadie que te diga: "hola, soy un lameculos, una persona de la que no te puedes fiar, que se alejará cuando no pueda sacar nada de ti, traicionero, cobarde y miserable; un mierda, en definitiva".
Para los demás, es muy fácil reconocer a un lameculos; para justificar sus actos siempre tienen a mano tres de sus frases favoritas: "hay que ser listo" , "lo hace todo el mundo"  o la variante "todo el mundo va a lo suyo".

Ser un lameculos es una opción tan válida como cualquier otra pero no nos lo intentes vender como algo noble o digno; eres así y no tienes remordimientos por ello. Muy bien por ti.
Son supervivientes, plantas trepadoras que necesitan un buen muro sobre el que apoyarse; peces de media profundidad, que nadan lejos de la oscuridad del fondo o de los peligros de la superficie, reptiles que saben acercarse al sol que más calienta.

Es difícil ver brillar a un lameculos pero nunca faltará un plato de sopa caliente en su mesa porque "hay que ser listo" y "todo el mundo va a lo suyo".
No, amiguitos, no; no todo el mundo va a lo suyo. Hay personas que se sacrifican por sus ideales o por aquellos que les rodean; hay seres humanos altruistas, bondadosos y generosos que ayudan cuando no pueden o tienden una mano a aquellos de los que no esperan obtener nada a cambio.

Los poderosos también saben quiénes son los lameculos y les encanta su adulación. Disfrutan bajándose los pantalones y diciendo; mira, chaval, qué nalgas más sonrosadas. Dame un buen lamentón y te haré sentir importante por un rato.
Y se lo lamerán. Con gusto. Porque "todo el mundo lo hace"
Lo malo de lamer culos es que llega un momento en que todo te sabe a culo y aunque consigas cosas por ti mismo no podrás disfrutarlas porque te seguirán sabiendo a culo.
- ¿Te gusta la sopa?
- Me sabe a culo.
Supongo que si eres un lameculos, te habrás sentido ofendido por este comentario. Bien, no me hagas la pelota; de mí no vas a obtener nada. Búscate un buen par de nalgas a las que adorar  y se te pasará el disgusto.
Si desprecias a los lameculos tanto como yo, comparte esta reflexión. Aunque no te ilusiones; ni vamos a cambiar el mundo ni su forma de pensar porque, en definitiva, "hay que ser listo".

4 comentarios:

  1. Bueno... Si por consuelo ayudo, sólo se me ocurre pensar que siempre hay algo peor a lo aparente. En este caso, un lameculos metido en política.

    Llegada esta lamentable situación, el lameculos hubiese adquirido ya un atributo inquietante, tristemente generalizado en ese oficio, convirtiéndose, por ende, en una peligrosa amenaza social, con el consiguiente riesgo que ello comporta para la población.

    No quisiéramos imaginar, que tal abominable sujeto lograse, lametón tras lametón, alcanzar el mayor rango en el Ministerio de Justicia.

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  2. Lo malo es ser un lameculos y lamer el culo equivocado, no consiguiendo nada.
    Donde puede haber más lameculos si no es en el ámbito de la política, los ministerios, Ayuntamientos, etc... Si quieres ser diputado antes debes ser lameculos.

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  3. Muy buena, breve y concisa descripción. Has dado en el clavo pues describes a la perfección esa especie tan abundante como diversa... mañana se lo suelto a unos que pululan en el trabajo sólo para ver sus caras 😂😂😂

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  4. Muy buena, breve y concisa descripción. Has dado en el clavo pues describes a la perfección esa especie tan abundante como diversa... mañana se lo suelto a unos que pululan en el trabajo sólo para ver sus caras 😂😂😂

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